Will Heller, también conocido como Lowboy, tiene dieciséis años, la apariencia de un ángel y las maneras turbulentas de la adolescencia. Le gustan los subterráneos, conoce como nadie el metro de Nueva York y se mueve por él como un hermoso minotauro en su laberinto. Pero Lowboy también es un esquizofrénico paranoico, o al menos así es como le han catalogado -o diagnosticado-. Y una mañana, muy temprano, el chico, que ha dejado de tomar las medicinas que hacían que se sintiera aplastado bajo un cristal, se fuga de Bellavista, el psiquiátrico donde estaba internado, y vuelve al mundo para salvarlo. Porque Lowboy, como muchos otros, está convencido de que la tierra está siendo destruida por el cambio climático, y cree que él -un adolescente, no un escéptico ni un resignado- ­aún puede hacer algo. Sabe, como saben los paranoicos, que tiene la clave para salvar el planeta: para enfriarlo sólo debe enfriar su propio cuerpo, ardiente como la tierra. Pero para eso necesita a Emily, una chica que conoció en su vida antes de la clínica, y ha salido a buscarla. Entretanto, Violet, su madre, hermosa y extraña, y Ali Lateef, un detective de la policía de Nueva York a cargo de casos de desaparecidos muy especiales, también le buscan a él. Y el detective, para encontrarlo antes de que Will se haga daño a sí mismo o dañe a otros, intenta descifrar ese raro puzzle que componen Lowboy, Violet y el mundo.

«El suspense se mantiene magistralmente hasta el último y extático encuentro, hasta la estremecedora frase final. Las páginas iniciales nos recuerdan al Holden Caulfield de Salinger, pero el impresionante desenlace y los ecos que despierta hacen que el atónito lector susurre "Dostoievski". Y no es una exageración, la novela es así de buena» (Kirkus Reviews).

«Lowboy no hace concesiones a nadie, te coge y no te suelta. Y uno de sus muchos placeres es seguirla sin prejuicios, ponerse en manos de su autor y de la historia, fascinarse, sumergirse gradualmente, descubrir las conexiones ... Y cuando finalmente aparece la figura en el tapiz, el lector hace ya mucho que está atrapado sin remedio, y no puede volverse atrás. Una novela espléndida, meticulosamente construida, con un argumento y un ritmo perfectos, implacables» (The New York Times Book Review).

«Un thriller inteligente, estremecedor y profundamente original, la clase de novela que se lee de un tirón, pero que permanece en nuestra mente mucho tiempo después de haberla terminado» (lzzy Grinspan, Time Out).

«La tercera novela de John Wray ha sido uno de los libros más esperados del año, y sin duda muy pronto ocupará el sitio que le corresponde junto a los grandes clásicos americanos» (Andrew Ervin, The Miami Herald).