En vísperas de la caída de Jean Claude Duvalier, «Baby Doc», un marinero de goleta regresa a su Haití natal, tras veinte años de ausencia, atendiendo a la llamada de un sacerdote de vudú que había sido su mejor amigo de infancia. El encuentro del marinero con sus antiguos afectos, sus recuerdos y su tierra, su choque frontal con un país en plena ebullición, acaban precipitando la crisis de un personaje que, casi a su pesar, se ve arrastrado por la vorágine de los acontecimientos. Así pues, La trenza de la hermosa luna combina sabiamente, a la manera de la novela clásica, la narración psicológica con la crónica de actualidad, la descripción de un mundo exótico con la intriga de una trama dramática. O, por decirlo con otras palabras, es una novela-novela, esa rara avis de la literatura contemporánea, por la sencilla razón de que Mayra Montero, su autora, tenía una historia que contar, y sabe contarla.

El telón de fondo es la atmósfera mágica y sofocante de Haití: el vudú y los houganes, sus sacerdotes; la brutalidad de los tonton macoutes; la tensión de las manifestaciones rebeldes; la amenaza constante de la muerte; los desesperados esfuerzos de «Baby Doc» por impedir lo irreversible. Y todo ello pintado con mano maestra, con un estilo de precisión entomológica, capaz de dar su nombre a cada cosa, pero que no cae jamás en la retórica del realismo fantástico. Porque Mayra Montero se revela aquí como una novelista que sigue su curso propio y personal, el de una nueva narradora latinoamericana de quien, tras este logrado debut, habrá que esperar grandes cosas.