En el invierno de 1917 el regimiento Preobrajensky ha perdido el contacto con su Zar. Los soldados ignoran tanto la dirección que ha tomado la historia como la de su propia ruta.

El comandante, el príncipe Yspilanti, inspirado y lúcido, les conduce, en una loca expedición por la gélida y desolada Siberia, a través de pueblos fuera del mundo y de una naturaleza exterminada y fantástica; un arduo viaje en busca del Emperador al que —bien lo sabe el prínicipe Ypsilanti— no lograrán encontrar jamás.

De hecho, Nicolás II está prisionero con su familia en Ekaterinburg. Durante las largas y tormentosas jornadas de reclusión reflexiona sobre su pasado, los acontecimientos más recientes, su dinastía, y recuerda también aquel poderoso regimiento, que quizá le haya seguido siendo fiel, pero del que no ha tenido más noticias. Mientras el Zar, a través de la frecuentación del recuerdo, adquiere lucidez y valor, sus familiares —la mujer, el zarevitch, las hijas— se desmoronan progresivamente, presos de las enfermedades, las fantasmagorías, las pesadillas.

Entretanto, el regimiento —diezmado por una marcha absurda e implacable— llega a Tobolsk, de donde el Zar acaba de ser desalojado; el presagio de un ejército fiel a Nicolás II instiga en la antigua ciudad siberiana la última rebelión contra los enemigos del imperio: una rebelión silenciosa y visionaria, animada por un anciano obispo, monjas de clausura, ex-deportados y saltimbanquis. Demasiado tarde: los acontecimientos se precipitan hacia la conclusión más trágica, anticipada por ominosas señales de la naturaleza y por la lucidez visionaria del zarevitch enfermo.

Roberto Pazzi se ha sentido fascinado por el mito trágico y grandioso del poder abolido por la caída del Zar bajo los embates de la Revolución de Octubre. En esta novela se revive —en la historia paralela del regimiento y de la familia imperial prisionera— este extraordinario Derrumbe, cuyo valor va más allá de los acontecimientos de la historia y de las fuerzas que lo han provocado: regimiento y emperador buscan inútilmente, en sus atormentados viajes a través de Siberia y del filo de la memoria, una identidad irremediablemente perdida.

«La novela más insolita y la única verdaderamente atrayente que he leído en los últimos tiempos... Una novela metafísica disfrazada de novela histórica» (Alfredo Giuliani, La Reppublica).

«Se ha dicho que Buscando al Emperador es la novela más interesante del año, opinión que comparto» (Angelo Guglielmi, Paese Sera).

«Es una alegría anunciar el nacimiento de un verdadero escritor» (Fausto Gianfranceschi, Il Tempo).