Descatalogado

El pintor José M. Sert (1874-1945) ha adquirido, con el paso del tiempo, un aura legendaria debido al importante papel que desempeñó en los círculos artísticos y en el gran mundo de la primera mitad de este siglo. Fueron sus amigos personajes tan dispares como la escritora Colette, comn quien mantuvo algo más que una amistad; Marcel Proust, que le admiró sin paliativos, y Paul Valéry y Paul Claudel. A Picasso, Chanel, Cocteau y Gide les trató con mucha asiduidad, pero fue la suya una relación de amor-odio bastante peculiar.

A los veinticinco años, tras una importante herencia, se establece regiamente en París, donde se convertirá en uno de los pintores más cotizados de su tiempo y en el gran muralista europeo del siglo XX. Tuvo entre sus clientes a Rothschild y Rockefeller, a la Sociedad de Naciones y al Waldorf Astoria de Nueva York, y sus murales adornan desde catedrales hasta palacios (los del duque de Alba y Juan March, entre otros).

Misia Godebska, musa de la vida artística de París, fue la mujer de su vida. Su relación apasionada y libre se rompe cuando Sert la abandona para casarse con la joven princesa georgiana Roussadana Mdivani, mujer a quien los dos amaban. Con ella pasa largas temporadas en la Costa Brava, y su casa, el Mas Juny, se convierte en cita puntual de millonarios, elegantes, artistas, aristócratas, intelectuales y políticos catalanes e ilustres vecinos (Dalí y Josep Pla), que acudían a conversar con Sert.

Después de una larga vida de trabajo —de su taller salieron más de 7.000 metros cuadrados de pinturas— plena, colmado de lujo, placeres y fasto, muere en 1945, siendo enterrado en aquella catedral de Vic que había pintado en dos ocasiones, algo insólito en la historia del arte.

Francisco de Sert ha efectuado, dall'interno, esta valiosa aproximación a la vida y el entorno de su tío abuelo José M. Sert, en una edición enriquecida con un amplio, y a menudo inédito, acompañamiento iconográfico.