30/10/2024
Empieza a leer 'Agujeros blancos' de Carlo Rovelli

 

Para Francesca, compañera
de ciencia y de sueños

 

La más hermosa experiencia que podemos
tener es el sentido del misterio. Es la emoción
fundamental, la cuna del verdadero
arte y de la verdadera ciencia. Quien no lo
sabe y no puede ya maravillarse está como
muerto, sus ojos están ofuscados.

ALBERT EINSTEIN

 

Primera parte

 

1

El primer paso es el difícil. Las primeras palabras abren un espacio. Como la primera mirada de la chica de la que estamos a punto de enamorarnos: una vida en juego por la insinuación de una sonrisa. He dudado antes de empezar a escribir. He estado paseando por el bosque detrás de casa, aquí en Canadá, todavía no sé bien dónde iré a parar.

En los últimos años, mi investigación se ha centrado en los agujeros blancos, escurridizos hermanos menores de los agujeros negros. Este es mi libro sobre los agujeros blancos. Intento contar cómo son los agujeros negros, que vemos en el cielo a centenares. Lo que ocurre en el borde de estas extrañas estrellas, el horizonte, donde el tiempo parece lentificarse hasta detenerse y el espacio parece desgarrarse. Después dentro, en el interior, en las regiones más recónditas, hasta donde el tiempo y el espacio se disuelven. Hasta donde es como rebotar atrás en el tiempo. Hasta donde nacen los agujeros blancos.

es la historia de una aventura en curso. como cada comienzo de un viaje, no estoy seguro de adónde llevará. a esa primera sonrisa no le puedo preguntar dónde acabaremos viviendo juntos... tengo en mente un plan de vuelo: llegamos al borde del horizonte. entramos. bajamos hasta el fondo. atravesamos el fondo –como alicia el espejo–, emergemos en el agujero blanco. nos preguntamos qué pasa si el tiempo retrocede... al fin salimos a ver de nuevo las estrellas, las mismas estrellas nuestras, después de un tiempo que es un instante y al mismo tiempo millones de años. o el tiempo de leer las pocas páginas de este libro.

¿me seguís?

Marsella. Hal está en mi estudio, de pie delante de la pizarra. Estoy sentado en mi escritorio, en la silla grande que se inclina, los codos sobre la mesa, los ojos fijos en él. Por la ventana entra la limpia y deslumbrante luz del Mediterráneo. Así comienza mi aventura con los agujeros blancos.

Hal es americano, creo que tiene algo de sangre cheroqui. Tal vez sea esa sangre la que le da la dulzura con la que se atempera la brillantez de sus ideas. Hoy enseña en una universidad, pero en ese momento era todavía estudiante. Amable, preciso, con sus maneras tranquilas de chico muy maduro. Trata de decirme algo que no entiendo. Una idea sobre lo que puede ocurrirle a un agujero negro en el preciso momento en que termina su larga vida.

Recuerdo sus palabras: las ecuaciones de Einstein no cambian si invertimos el tiempo; para producir un efecto rebote, invertimos el tiempo y pegamos las soluciones. Estoy confuso.

Poco después, veo lo que quiere decir. ¡Vaya! (Soy italiano, no me quedo tranquilo como un cheroqui). Voy a la pizarra y hago un dibujo. El corazón me late con fuerza.

Lo piensa: sí, más o menos eso. Yo: es un agujero negro que se convierte en blanco por el efecto túnel cuántico en el interior, pero el exterior puede permanecer igual... Lo sigue pensando un poco más: sí... no sé... ¿qué dices, podría funcionar?

Funcionó. Al menos en la teoría. Han pasado nueve años desde aquella conversación en la luz clara de Marsella. He seguido trabajando sobre la hipótesis de que los agujeros negros puedan transformarse en blancos. Y conmigo estudiantes y colegas, cada vez más numerosos. Es una idea que me parece muy hermosa. Es la idea que quiero contar.

No sé si es correcta. Ni siquiera sé si los agujeros blancos existen verdaderamente en la realidad. De los agujeros negros sabemos mucho –los vemos–, los agujeros blancos no los ha visto todavía nadie.

Cuando estudiaba en Padua para mi doctorado, Mario Tonin nos enseñaba física teórica: nos decía que, en su opinión, el buen Dios leía todas las semanas la Physical Review D, la famosa revista de física. Cuando encontraba una idea que le gustaba, ¡zas! la ponía en práctica, reordenando las leyes universales.

Si es así, buen Dios, me gustaría que lo hicieras: haz que los agujeros negros acaben convirtiéndose en blancos...

*

releo las líneas anteriores. el relato de mi primer encuentro con los agujeros blancos. quiero explicar todo con orden. qué son los objetos de los que hablábamos Hal y yo. qué sabemos de ellos, qué no sabemos. cuál era el problema que tratábamos de desenredar. cuál era la idea de Hal, qué implicaba. qué significa invertir el tiempo (nada complicado) y qué significa que el tiempo tenga una dirección (esto es más complicado).

si seguís conmigo, llegaremos hasta el borde del horizonte de un agujero negro, entraremos, bajaremos hasta el fondo, donde el espacio y el tiempo se disuelven, lo atravesaremos, apareceremos en el agujero blanco, donde el tiempo se ha invertido, y desde aquí saldremos al futuro.

vayamos pues hacia los agujeros blancos.

 

* * *

Traducción de Pilar González Rodríguez

* * *

 

Agujeros blancos

 

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