Bala de corcho es la historia de un amor trompicado y de una amistad irreconciliable, pero también es la historia de una crisis de seriedad y una reivindicación del derecho de fracasar. Entre las bodas de dos compañeros de pandilla, Didac Desprius, con la sinceridad sin límites de quien miente por gusto y con gusto, por el mero placer de inventarse a sí mismo, nos habla de su aversión al matrimonio, de su relación con Neus, de Llorenç -el amigo ausente y mitificado-, de Quim -el amigo incómodo y tal vez demasiado presente- y de un gato arisco y malhumorado que se llama Franco.

El resultado, esta novela, constituye un retablo sobre el arte de mentir y sobre la Barcelona nocturna de unos años en los que, de repente, todo parecía posible. O, si se prefiere, una justificación del hecho que la única salida sea seguir fracasando, como en la loca carrera de quien va en bicicleta y corre sólo para mantener el equilibrio.

En palabras del propio autor, el protagonista «es un antiyuppie, un fracasado voluntario. Es una novela contra el desencanto, que era el sentimiento generalizado de la gente que el 75 ó 76 salía de la Universidad». Y todo ello contado con «un sutil y contagioso sentido del humor» (Patricia Gabancho).

Con esta primera novela Carles Casajuana se sitúa de inmediato en lugar destacado de esta nueva narrativa en catalán de la que Anagrama ha traducido obras de autores tan significativos como Quim Monzó, Valentí Puig y Sergi Pàmies.