El siglo XX está a punto de acabar y el tiempo corre ahora tan deprisa que sus comienzos parecen ya leyenda. Los acontecimientos se agolpan en él, desafiándonos a interpretarlos. Aún nos quedan supervivientes de las dos guerras mundiales y de las guerras y convulsiones intermedias; la generación española a la que le tocó en suerte este comienzo de siglo conoció el final de la monarquía, la proclamación de la república y varias dictaduras. Pocos períodos de la historia reciente están tan llenos de peripecias.

Aquí se narra la historia de una familia, los Etxezarra, que puede considerarse emblemática de toda una época, tan cercana y, sin embargo, ya casi olvidada. Los hombres y mujeres y sus sentimientos son siempre los mismos, pero sus normas de conducta, su ética personal y pública eran totalmente distintas. Todavía se definían a sí mismos como hombres con ideales, y palabras como honor, dignidad, patria, valor tenían para ellos gran importancia. 

Los años veinte son, con todo, una época alegre, anticlerical, efervescente, generadora de cambios. Los hermanos Etxezarra experimentarán esos cambios y no saldrán de ellos muy bien parados.

Esta novela nos introduce en su mundo, a través de un diario íntimo y de la correspondencia cruzada dentro de la familia. Para garantizar la exactitud de los datos históricos y del ambiente general de la novela, la autora se ha basado en documentos auténticos que le dan la especial intensidad de lo vivido a una historia que de otro modo acaso podría parecer demasiado irreal o inventiva a los lectores actuales.

Una obra insólita y apasionante de una escritora que hace unos años, con En el nombre del hijo, ya nos brindó, en palabras de Juan José Millás, «una aventura lectora casi inédita entre nosotros».