Cuando Sam Hall vuelve de la guerra a Mohawk, la ciudad donde le esperan Jenny, su mujer, y Ned, su hijo recién nacido, sabe muy bien lo que quiere de la vida: beber, ir de putas y apostar a los caballos. Sam abandona mujer e hijo, y durante aftos Ned les dirá a sus amigos que su padre ha muerto, hasta que un dia el imprevisible Sam aparece en la puerta de la escuela y se lo lleva a pasar un dia y una noche de pesca y acampada.

Como es de suponer, las relaciones entre el padre y la madre de Ned son harto difíciles -cuando regresan de la improvisada excursión, Jenny acribilla a balazos el coche de Sam-, y Ned no volverá a ver a su padre durante unos cuantos años. Entretanto, llevará una vida convencional y ordenada que se verá abruptamente interrumpida cuando su madre, tras una fugacísima aventura sentimental con un sacerdote, no puede soportar la culpa y la existencia en general, y cae enferma. Ned, que tiene doce años -la edad de la iniciación a la vida-, se marcha a vivir con su padre a un mundo de bares y salones de billar, de amistades viriles, donde el sexo y el juego son las vigas maestras alrededor de las cuales se organiza la vida.

Su madre volverá a los dos años, si no curada al menos anestesiada por el valium, la droga de las matronas americanas desdichadas, y Ned regresará a una vida de orden y mentiras piadosas -Jenny no puede soportar «demasiada» realidad-, pero marcado ya para siempre por su padre, por la transgresión y la diversidad.

«Una novela espléndidamente original, maliciosamente divertida, poblada por personajes de los que seguramente huiríamos si se nos acercaran en un bar. Pero la inteligencia y la sabiduría narrativa de Russo otorgan a estas vidas desperdiciadas, a la pequeña y decadente ciudad provinciana de su novela, un encanto insidioso, una fascinación a la que no podemos sustraernos» (Jack Sullivan, The New York Times).

«Russo ha escrito una novela conmovedora y profundamente satisfactoria: pocas veces el lector se ha encontrado con un mundo tan rico, tan complejo. Lectores, bienvenidos a Mohawk» (Edward Guereschi, New York Newsday).

«Russo ha conseguido crear personajes con tanto peso emocional como las personas que conocemos en la vida real, personajes que ya nunca podremos olvidar» (Michiko Kakutami, The New York Times Review of Books).

«Alto riesgo es un gran libro. Me enamoré de sus personajes como me enamoré hace tiempo de los personajes de Garp» (Pat Conroy).

«El mundo que Russo crea en su ficticia ciudad de Mohawk es tan verosímil, tan rico, divertido y conmovedor, que uno casi olvida que esta leyendo y no viviéndolo. No creo que durante mucho tiempo tenga la oportunidad de leer una novela tan enteramente satisfactoria como Alto riesgo» (David Rothenberg).