Sóniechka
Sóniechka

Sóniechka

«Desde pequeña, salida apenas de la primera infancia, Sóniechka se zambulló en la lectura..., era como si entrara en trance y sólo volvía en sí al pasar la última página del libro.»

Sonia, una chica judía poco agraciada, es un ser insólito que, bien por una forma leve de locura, bien por una suerte de genialidad, «experimenta tal empatía con la letra impresa que la lleva a conferir a los personajes de ficción la misma categoría que a las personas de carne y hueso». En Sverdlovsk, donde trabaja en una biblioteca (¿dónde si no?), conoce al pintor Robert Víktorovich, «el más feliz de los desventurados», que suma a sus espaldas numerosos viajes por Europa y varios años de reclusión en un campo de trabajo soviético. No tardan en casarse y siguen años de felicidad conyugal coronada con el nacimiento de la hija de ambos, Tania.

De repente, el interés de Sóniechka hacia el mundo de la literatura, de la ficción, desaparece por completo, se desvanece. La familia, las labores de la casa, «las croquetas y compotas», en otras palabras, la vida real y cotidiana, ocupan ahora felizmente el centro de la vida de Sóniechka. Pero esa vida apacible se verá truncada con la aparición en escena de una amiga de Tania, Yasia, una polaca menuda «con el cutis tan fino como un huevo recién puesto» de la que Robert Víktorovich quedará prendado. Sóniechka, movida por sus instintos maternales, ofrece a Yasia, huérfana, que se instale en su casa, sin sospechar que aquella rubia seductora se convertirá en el último amor de Robert Viktórovich, su modelo y musa... Un amor que a ratos será un sorprendente triángulo amoroso.

Sóniechka es una historia en que confluyen el amor y la separación, la felicidad y los amargos años de soledad femenina, el goce de la unión y el dolor de la infidelidad. Es asimismo un relato donde se reflexiona con sutileza sobre la identidad femenina a partir de personajes muy diferentes: Sóniechka, la madre y esposa que se sacrifica y anula para consagrarse a los demás; Yasia, el prototipo de mujer bella que se siente realizada siendo objeto del deseo masculino; y, por último, Tania, el polo opuesto de su abnegada madre, que «en cuanto comprende cuál es el juego favorito de los adultos se entrega a él con la plena conciencia de su derecho al placer».

Una interesante parábola de la relación entre un hombre y tres mujeres, pero, ante todo, una narración sutil e inteligente sobre el destino de una mujer corriente, a través del cual leemos la historia de Rusia del siglo pasado: el régimen soviético y su desmoronamiento.

«Una memorable alegoría de la feminidad en una novela breve e intensa de Liudmila Ulítskaya» (La Repubblica).

«Este sucinto retrato, galardonado con el Premio Médicis a la mejor novela extranjera de 1996, irradia una felicidad tan misteriosa y certera como la de Un corazón sencillo de Maupassant» (Lire).

ISBN978-84-339-8128-8
EAN9788433981288
PVP CON IVA17.9 €
NÚM. DE PÁGINAS128
COLECCIÓNPanorama de narrativas
CÓDIGOPN 669
TRADUCCIÓNMarta Rebón Rodríguez
PUBLICACIÓN21/09/2022
ISBN978-84-339-4585-3
EAN9788433945853
PVP CON IVA10.99 €
CÓDIGOPN 669
TRADUCCIÓNMarta Rebón Rodríguez
PUBLICACIÓN21/09/2022
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Liudmila Ulítskaya

Liudmila Ulítskaya

Liudmila Ulítskaya nació en 1943 en los Urales, pero creció y se educó en Moscú; en la actualidad divide su tiempo entre Moscú e Israel. Bióloga de formación, trabajó en el Instituto de Genética de Moscú antes de emprender su carrera literaria. Poco antes de la perestroika se convirtió en directora del repertorio del Teatro Kámerni (teatro judío estatal) de Moscú. Es autora de más de una veintena de libros de ficción, cuentos infantiles y obras teatrales, que se han estrenado en Rusia y en Alemania y han merecido el aplauso unánime de crítica y público. En Anagrama ha publicado las novelas Sóniechka (que se convirtió en un acontecimiento literario, recibió el Premio Médicis en Francia y se ha publicado en más de quince países), Mentiras de mujeres y Sinceramente suyo, Shúrik, Premio a La Mejor Novela del Año (Rusia 2004). En 2022 la autora obtuvo el Premio Formentor de las Letras por el conjunto de su obra.

Foto © Maria Teresa Slanzi


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