31/03/2023
Empieza a leer 'Retén el beso' de Massimo Recalcati

 

Es átopos el otro que amo y que me

fascina. No puedo clasificarlo puesto que

es precisamente el Único, la Imagen singular

que ha venido milagrosamente a

responder a la especificidad de mi deseo.

ROLAND BARTHES,

Fragmentos de un discurso amoroso

 

INTRODUCCIÓN

 

El título de este libro proviene de un breve sueño que tuve. El día anterior, Arianna, mi maestra de pilates, que me ayuda desde hace mucho a mantener a flote mi pobre espalda devastada por treinta años de práctica del psicoanálisis, me había sometido a un ejercicio algo particular: acostado boca abajo, con las rodillas juntas, tuve que rotar alternativamente una de las piernas. Arianna me invitaba, en esta postura incómoda y antinatural, a «retener el beso» entre las rodillas que la rotación de la pierna tendía por el contrario a deshacer. «Massimo –me decía con toda seriedad–, retén el beso.»

En el sueño, ese residuo diurno, como lo habría definido Freud, sufría una sorprendente elaboración. Hacía tiempo que le había dado a este libro un título que no acababa de convencerme del todo. El sueño procesó el residuo diurno de la clase de pilates junto con esa insatisfacción. Yo estaba en la Fundación Feltrinelli, en Milán. Subía con decisión las escaleras hasta el piso donde se encuentra la zona de los editores. No había nadie. Solo el director editorial, que me esperaba en su despacho. Me acerco a él para comunicarle el título de mi próximo libro que será Retén el beso. Reacciona con entusiasmo. Luego me pregunta: «¿De dónde lo has sacado?». Yo le respondo: «De donde lo saco todo». «¿O sea?», me replica. «De mi inconsciente», concluyo yo.

Me despierto con una felicidad infantil y con un nuevo título para mi libro que ahora me satisface plenamente...

 

Tal vez sea el beso la imagen que, por encima de cualquier otra, mejor condensa la belleza y la poesía del amor. No es casualidad que no haya besos en el amor mercenario y que también sean raros en la sexualidad pornográfica. El beso es el momento de una intimidad que une de forma sorprendente la sede de la palabra con la del cuerpo. Al igual que no hay amor sin declaración de amor, no hay amor sin beso. Al igual que no hay amor sin que se diga, sin que yo diga o sin que tú digas, «te quiero», nunca puede haber amor sin beso.

Todo amor está destinado a retener el beso. Solo el beso es capaz de conjugar la lengua que declara el amor con el cuerpo del amante. No hay beso de amor que no involucre la lengua, en efecto. Lo sabemos bien: es la lengua la que distingue un beso de amor de otras clases de besos. Podemos besar cariñosamente a un hijo, a un amigo, a un perro, a un hermano, a un padre o a una madre, pero solo la presencia de la lengua en el beso implica el erotismo del deseo.

El amor conjuga este erotismo –el erotismo de la lengua, del beso «de» o «con» lengua, que puede ser exclusivamente sexual o sensual– con la declaración de amor, con las palabras de amor, con su declaración: «Te quiero». Cada beso de amor, en efecto, declara siempre y silenciosamente «te quiero». Es del silencio de la lengua de donde brota la declaración de amor del beso. Sentir la lengua del amado es sentir su corazón; es declarar mi amor, es hacer que el amor exista, es como hacer el amor.

Mientras retengo el beso, toco tu lengua, tu voz, tu palabra, tu nombre. Mientras retengo el beso, transformo tu cuerpo en una nueva lengua y en un nuevo alfabeto. Escucho toda la historia de tu cuerpo depositada en el misterio único de tu lengua. Siento toda la vida que he vivido pasar en esta nueva lengua en la que ahora nos hemos convertido.

De manera que retengo el beso; lo retengo en la memoria y en el tiempo. Tu lengua de rosa o de caramelo, de lluvia o de nieve, de mar o de viento. Tu lengua como una nueva frontera del mundo. Me ato y me desato de la memoria de todos los tiempos y de todos los primeros besos que he vivido. Descubro que mi cuerpo está hecho para ser abierto, para albergar una nueva lengua, para mezclar nuestras lenguas. Descubro que mi cuerpo está expuesto al acontecimiento nuevo de tu lengua impronunciable.

Es la inmensa alegría del amor entre los Dos la que se desata cuando esto ocurre. Sentir todo tu cuerpo en tu lengua. Aprender a hablar de otra manera. Aprender una presencia nueva en mí. Experimentar la lengua que, al igual que el mundo, vuelve a nacer de nuevo.

* * *

Traducción de Carlos Gumpert

* * *

Retén el beso

 

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