02/11/2020
38.º PREMIO HERRALDE DE NOVELA

El jurado compuesto por Gonzalo Queipo (librería Tipos Infames, Madrid), Gonzalo Pontón Gijón, Marta Sanz, Juan Pablo Villalobos y la editora Silvia Sesé seleccionó las siguientes 7 novelas de las 886 presentadas a la trigésima octava convocatoria del Premio Herralde de Novela, convocado por Editorial Anagrama y dotado con 18.000 euros:

 

Apuntes para la vida de Frances Donnell, de Adriana Murad Konings

Cien noches, de María Slut (seudónimo)

Dibujos sobre un paisaje vacío, de Pedro B. (seudónimo)

Jaguar, de Santiago Wills

Frágiles, de Regina de la Escalera (seudónimo)

Revelaciones de la maestra del arco, de Miguel Kozaki (seudónimo) 

Sombra blanca, de Pablo Mulligan (seudónimo) 

 

Pasaron a la deliberación final las dos siguientes:

 

Cien noches, de María Slut (seudónimo)

Dibujos sobre un paisaje vacío, de Pedro B. (seudónimo)

Resultó ganadora Cien noches, de Luisgé Martín (presentada bajo el seudónimo María Slut), y finalista Los llanos, de Federico Falco (presentada bajo el seudónimo Pedro B. y el título Dibujos sobre un paisaje vacío).

Sobre la novela ganadora, el jurado ha destacado:

«Meditación hecha carne sobre el deseo y la imposible fidelidad, esta fábula moral con trazas detectivescas y científicas se abre paso, a través del recuento de una vida y sus placeres, hacia un final sorprendente, de innegable aliento poético» (Gonzalo Pontón Gijón).

«En Cien noches, perfecta hibridación de novela de tesis y cuento de hadas, Luisgé Martín es más Luisgé Martín que nunca; amor romántico y anos receptores, fidelidad afectiva y promiscuidad culpable, evocan el conflicto entre erotismo caducifolio y persistencia de los afectos, así como la imposibilidad de vivir el placer mientras el placer se experimenta en el puro gozo de la literatura. Hablemos con y de esta novela. Es lo mejor que puede pasar con un libro: que su escritura nos proponga preguntas sobre las que conversar» (Marta Sanz).

 

«Cien noches es al mismo tiempo la fantasía de un moralista perverso y la de un antropólogo social, es decir, la fantasía del novelista que a través de la ficción encuentra la manera de explorar todas las posibilidades de una tesis, los relatos que preferiríamos mantener en secreto, nuestros hábitos inconfesables, lo que hacemos cuando estamos seguros de que nadie nos está vigilando, pero luego resulta que no, resulta que ahí estaba, agazapado, el autor de esta novela» (Juan Pablo Villalobos).

Y sobre la novela finalista:

«Después de ser abandonado por su novio, un escritor decide volver al campo. Alquila una casa y dedica los días, las semanas, los meses, a cultivar zapallos, lechugas, achicorias, a pelear con los yuyos y las hormigas, a criar gallinas, mientras intenta comprender los motivos por los que fue rechazado y rememora la historia de sus ancestros, llegados del Piamonte a principios del siglo veinte. “Contar una historia cambia a quien la cuenta”, nos dice el protagonista de esta novela, quien entiende la escritura como una manera de atarse a la vida. Pero leerla también nos cambia, nos hace sentir que incluso en los peores momentos hay una tierra en la que podemos apoyar los pies e inclinarnos para encontrar la paz y una literatura a la que es posible encomendarse para reconciliarnos con nosotros mismos» (Juan Pablo Villalobos).

***

Cien noches de Luisgé Martín

Irene viaja de Madrid a Chicago para estudiar en la universidad. Como parte de su formación académica repasa trabajos de laboratorio sobre el comportamiento sexual de las ratas, que dan ciertas claves sobre la fidelidad o promiscuidad de los mamíferos según su sexo. Investiga también estos comportamientos en humanos e inicia un viaje personal en el que los experimenta ella misma.

Entre Madrid y Chicago, convertida en detective que rastrea a personas desaparecidas y espía vidas ajenas, la existencia de Irene queda marcada por los hombres con los que se relaciona: el millonario norteamericano Adam Galliger, que mantiene con ella una aventura adúltera, engañando a su mujer, y además financia un estudio sobre las mentiras que cuenta la gente acerca de sus infidelidades; el argentino Claudio, que arrastra consigo un doloroso secreto y cuya familia tiene un pasado oscuro vinculado con la historia de su país; el bilbaíno Martín, con el que se casa y que en realidad apenas sabe nada de ella; Hugo, una relación de infancia con quien tuvo primeras experiencias que dejaron huella… Y a esta exploración del amor y el deseo sexual se incorporan también varios personajes femeninos relevantes como Adela, una amiga de Irene; Graciela, la madre de Claudio, o Harriet, la esposa de Adam.

Cien noches explora las distintas formas de amor –algunas radicales y extremas– y los diversos comportamientos sexuales –algunos igualmente radicales y extremos–; levanta acta de la lealtad, la infidelidad, los deseos inconfesables, los tabús, las medias verdades y los engaños que envuelven nuestras relaciones. Habla de máscaras y de mentiras. Y a modo de juego incorpora una serie de expedientes de adulterios que el autor pidió que le escribieran algunos escritores españoles amigos, en un estimulante ejercicio de promiscuidad literaria.

Luisgé Martín (Madrid, 1962) es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y MBA por el Instituto de Empresa. Ha sido galardonado con el Premio Ramón Gómez de la Serna de narrativa, el Antonio Machado y el Vargas Llosa de relatos y el Premio Llanes de Viajes. En Anagrama ha publicado las novelas La mujer de sombra, acogida unánimemente como una obra maestra: «Un gran libro. Incómodo. Valiente» (Marta Sanz); «Un modo inesperado de afrontar los paseos por el filo del abismo» (Enrique Turpin, LaVanguardia); «Interrumpir la lectura cuesta tanto como no mirar el coche estrellado en el arcén» (Rafael Reig); «La habilidad de Luisgé Martín es haber conseguido que las condiciones de lo horrible no susciten en el lector rechazo frontal al nutrir una buena novela» (J. M. Pozuelo Yvancos, ABC); «Una hermosísima y difícil historia de amor» (Javier Goñi, Mercurio); La misma ciudad: «Una espléndida novela psicológica y existencialista sobre un hombre que aprovecha el 11-S para cambiar de identidad» (Ángel Basanta, El Mundo); «Un relato de aventuras, de la mayor aventura que nos cabe a todos experimentar: la de cambiar de vida» (Vicente Molina Foix, Tiempo); «Soberbia. Estamos encantados de que siga caminando por el lado más oscuro de esa cosa tan rara que es la vida» (Bernardo M. Briz, Shanguide); La vida equivocada«Una poderosa indagación en la vida quebrantada» (Francisco Solano, El País); «Las preguntas rotundas sobre la vida, la identidad y la muerte están afrontadas con seriedad» (Nadal Suau, El Mundo), así como el libro autobiográfico El amor del revés: «De una densidad humana admirable... Un libro como el de Luisgé Martín sería superfluo en un mundo más afectuoso que el nuestro, donde hubiera respeto y donde se dejara a la gente vivir, amar y desarrollarse en paz» (Fernando Aramburu); «Memorable. La historia que cuenta Luisgé Martín hace que el amor, el deseo sexual y la moral aparezcan a una luz nueva que a todos nos concierne. El mejor libro que he leído en mucho tiempo» (Anna Caballé, El País), y el ensayo El mundo feliz: «Un libro francamente desagradable. Porque nos coloca ante un espejo donde asumimos las viejas marcas, las arrugas, los defectos. Porque es radical, desacralizador, antirromántico» (Lorena G. Maldonado, El Español); «Un libro paradójico, inteligente y raro» (Alejandro Víctor García, El Mercurio).

 

Los llanos de Federico Falco

«En la ciudad se pierde la noción de las horas del día, del paso del tiempo. En el campo es imposible», empieza diciendo el narrador de esta historia, que a continuación va desgranando su día a día en una casa con una huerta donde se ha aislado de todo y de todos, tratando, acaso, de huir de sí mismo. El tiempo ahí casi se palpa, avanza sin premuras y permite sentir todo lo que uno tiene a su alrededor: los insectos, los ruidos, el olor de la tierra húmeda, los detalles minúsculos…

Esta historia empieza en enero, y se nos cuenta en capítulos que abarcan varios meses. El protagonista mantiene fugaces encuentros con personas del entorno rural en el que se ha autoexiliado, recuerda su infancia –aquel italiano veterano de alguna guerra que se ahorcó al confundir las luces del pueblo con fogonazos de cañones; aquellas historias que contaba la abuela, acaso reales, acaso sacadas de alguna película…–, evoca su llegada a la ciudad como estudiante, el interés por la estructura de las historias que contamos, el empeño en desentrañar el secreto de su funcionamiento; y evoca su relación con Ciro y su ruptura con él, que lo ha traído hasta ahí.

Esta novela sutil, elusiva y bellísima aborda el duelo de una ruptura, la soledad que activa todos los sentidos, la sabiduría secreta de los versos iluminadores de algunos poetas, la necesidad de contarnos historias... Este es un libro sobre el tiempo que pasa y sobre el llano en el que habita un hombre que cultiva una huerta y mira y recuerda y escribe.

Federico Falco (General Cabrera, Córdoba, Argentina, 1977). Ha publicado los libros de cuentos 222 patitos, 00 (ambos en 2004), La hora de los monos (2010) y Un cementerio perfecto (2016), la novela breve Cielos de Córdoba (2011) y el libro de poemas Made in China (2008). En 2010 fue seleccionado por la revista Granta como uno de los mejores narradores jóvenes en español. Actualmente reside en Buenos Aires, donde coordina talleres de escritura y codirige el proyecto editorial Cuentos María Susana.


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